El 15 de febrero de 2013, una gran bola de fuego iluminó los cielos de la ciudad rusa de Chelyabinsk y envió ondas de choque a través de la región, causando daños en edificios y heridas a cientos de personas. Este evento fue causado por la entrada en la atmósfera terrestre de un meteorito de aproximadamente 20 metros de diámetro.
El impacto resultante del meteorito generó una energía equivalente a la explosión de 500 kilotones de TNT, lo que lo convierte en el evento más grande de su tipo desde el impacto de Tunguska en 1908. Esto también lo convierte en el evento de entrada de meteorito más grande registrado en la historia.
La onda de choque producida por el meteorito rompió ventanas y dañó edificios en un área de 100 kilómetros cuadrados y causó lesiones a más de mil personas. Muchas de estas lesiones fueron causadas por la rotura de cristales y la exposición a fragmentos de vidrio.
El impacto del meteorito también lanzó una gran cantidad de polvo y escombros en la atmósfera superior, lo que creó un efecto de enfriamiento a corto plazo debido a la absorción de la energía solar por parte del polvo.
En resumen, el evento en Chelyabinsk fue causado por la entrada en la atmósfera terrestre de un meteorito de gran tamaño, lo que generó una gran cantidad de energía y una onda de choque que causó daños a edificios y lesiones a personas en un área de 100 kilómetros cuadrados. A pesar de que estos eventos son raros, pueden ser extremadamente peligrosos y subrayan la necesidad de una mayor investigación y preparación para estos tipos de eventos.
El último meteorito que cayó en la Tierra fue el pasado 16 de febrero de 2021. La zona donde impactó fue cerca del puerto de Mahajanga, en la costa noroeste de Madagascar, en el Océano Índico.
El meteorito fue avistado por muchos testigos en la zona cercana al lugar del impacto y algunos lograron incluso capturar imágenes del mismo. Se cree que era un meteorito tipo H5, una variedad de rocas espaciales muy comunes que suelen contener fragmentos de minerales, hierro y níquel.
Los expertos están muy interesados en este nuevo meteorito, ya que podría contener pistas sobre la formación del sistema solar y la historia temprana del universo. Además, estudiar su composición podría ayudar a descubrir más información sobre cómo se formaron planetas y otros cuerpos celestes.
Por suerte, el meteorito no causó daños significativos en su impacto ya que cayó en una zona poco poblada. A pesar de esto, los expertos están interesados en recuperar los fragmentos del meteorito para poder estudiarlo más en profundidad y descubrir todos los secretos que podría esconder.
El 15 de febrero de 2013, en la ciudad rusa de Chelyabinsk, un asteroide explotó en el aire, causando daños materiales y lesiones a más de 1.500 personas. El tamaño real del meteorito que impactó en la atmósfera terrestre fue de unos 17 metros de ancho.
Este tipo de sucesos no son infrecuentes en nuestro planeta. Sin embargo, la caída de un objeto de estas dimensiones fue la más grande registrada en más de un siglo. La fuerza de la explosión fue el equivalente a 30 bombas atómicas y los destrozos causados por ella se extendieron a lo largo de unos 600 kilómetros.
Según los expertos, este evento fue una alerta sobre la necesidad de estar preparados para la posibilidad de la caída de un asteroide de mayores dimensiones en un futuro cercano. El estudio de estos objetos celestes es necesario para conocer su trayectoria y poder tomar medidas preventivas en caso de que se acerquen demasiado a la Tierra.
Los meteoritos son cuerpos extraterrestres que pueden encontrarse en nuestro planeta y son una afirmación constante de que no estamos solos en el universo. Estos objetos, que pueden originarse tanto en asteroides como en cometas, provienen del espacio exterior y tienen una gran importancia científica y cultural. Sin embargo, ¿conoces cuáles son los lugares donde caen más meteoritos en el mundo? A continuación, te lo contamos.
En primer lugar, destacamos la región de Atacama, ubicada en Chile. En esta zona del planeta, gracias a la aridez del terreno y la falta de vegetación, es posible detectar meteoritos fácilmente. En este sentido, la Oficina Nacional de Emergencia chilena cuenta con un sistema de alerta temprana para detectar dichos objetos y proteger a la población.
Otro lugar donde es común encontrar meteoritos es en las llanuras de Argentina. En esta zona del planeta la caída de meteoritos no solo es frecuente, sino que también es protegida por leyes que prohíben la extracción y comercialización de estos objetos sin autorización expresa.
Finalmente, la Antártida es el último lugar que debemos mencionar para encontrar meteoritos en el mundo. Debido a que su suelo se encuentra cubierto por nieve y hielo, la caída de estos objetos se hace todavía más evidente y los científicos pueden acceder a ellos con mayor facilidad. Además, esta región también tiene una gran importancia para la investigación científica sobre estos cuerpos extraterrestres.
Los meteoritos son objetos celestes que han impactado la Tierra desde tiempos ancestrales. Aunque se sabe que han caído innumerables veces en la historia, no es fácil determinar el número exacto, ya que muchos de estos impactos ocurrieron hace millones de años y no todas las rocas extraterrestres se han recuperado.
Se estima que alrededor de 500 meteoritos impactan la Tierra al año, aunque la mayoría se queman en la atmósfera y no llegan a la superficie. De hecho, solo alrededor del 10% de los meteoritos que caen a la Tierra son recuperados y estudiados.
Uno de los impactos más famosos ocurrió hace unos 65 millones de años, cuando un gran meteorito cayó en la península de Yucatán, México, provocando la extinción de los dinosaurios. Desde entonces, se han recuperado numerosos restos de meteoritos que han caído en diferentes partes del mundo.
En resumen, aunque no se puede dar un número exacto, se sabe que los meteoritos han caído en la Tierra en múltiples ocasiones desde tiempos remotos. Estos impactos no solo han dejado huellas en la geología y el clima del planeta, sino que también han sido objeto de estudio y fascinación por parte de los científicos y la sociedad en general.