El Interferómetro de Ondas Gravitacionales es un instrumento científico diseñado para detectar ondas gravitacionales, una vibración en el espacio-tiempo predicha por la teoría de la relatividad de Albert Einstein.
Para entender cómo funciona, primero debemos saber que consiste en dos brazos, cada uno con un rayo láser que se separa y se refleja en un espejo al final del mismo, antes de volver y unirse en el detector. Si una onda gravitacional pasa a través del interferómetro, se deformará el espacio-tiempo, el cual afectará la longitud de los brazos y la posición en el que la luz se refleja, lo que provocará una interferencia entre los dos rayos, cuyo resultado se medirá en el detector.
Si la interferencia entre los rayos es diferente a lo que se espera, esto indica la presencia de una onda gravitacional. Los científicos pueden usar esta información para medir la masa y la velocidad a la que se mueve un objeto en el espacio, así como la distancia desde el interferómetro hasta la fuente de la onda gravitacional.
El interferómetro de ondas gravitacionales está siendo utilizado por los científicos para explorar una variedad de fenómenos cósmicos, incluido el colapso de estrellas masivas y la fusión de agujeros negros. La detección de las ondas gravitacionales permitió a los científicos confirmar la teoría general de la relatividad de Einstein, lo que llevó a una mejor comprensión de la naturaleza del universo.
El interferómetro de Michelson es una herramienta fundamental en la detección de ondas gravitacionales. Este dispositivo se utiliza para medir cambios diminutos en la longitud de los brazos de un sistema óptico.
El principio es simple: un rayo de luz se divide en dos caminos perpendiculares de igual longitud y se refleja hacia atrás hacia un detector. Cuando las ondas de luz se combinan de nuevo en el detector, pueden interferir constructivamente o destructivamente. La cantidad de interferencia depende de la longitud de los brazos del interferómetro.
Cuando una onda gravitacional pasa por la Tierra, se genera un estiramiento y encogimiento del espacio-tiempo, y por lo tanto, se produce una variación en la longitud de los brazos del interferómetro, que puede ser detectada por los fotodetectores en el detector final. De esta manera, podemos medir las ondas gravitacionales, que son el resultado de los eventos catastróficos más violentos en el universo, como la fusión de dos agujeros negros o estrellas de neutrones.
El interferómetro de Michelson es una herramienta clave para la detección de las ondas gravitacionales, ya que es capaz de medir las fluctuaciones extremadamente pequeñas que se producen. Sin este dispositivo, sería difícil detectar estas fluctuaciones y comprender completamente el universo que nos rodea.
Las ondas gravitacionales son perturbaciones en el espacio-tiempo que se producen como resultado de eventos cósmicos, como la colisión de dos estrellas de neutrones o la fusión de dos agujeros negros.
Una de las formas en que se pueden medir estas ondas es a través del uso de detectores de interferencia láser. Estos detectores, como el LIGO (Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser), consisten en dos brazos perpendiculares de varios kilómetros de longitud que se mantienen en un vacío casi perfecto.
Cuando una onda gravitacional pasa a través del detector, causa una diferencia temporal en los viajes de los haces láser y los fotones en los brazos, lo que resulta en una interferencia que se puede medir como un cambio en la longitud de los brazos.
La precisión de la medición es crucial, y los detectores están diseñados para detectar cambios de longitud 10 000 veces más pequeños que el núcleo de un átomo. La detección de ondas gravitacionales ha llevado a importantes descubrimientos en la astrofísica y ha abierto una nueva ventana al universo y al estudio de los eventos cósmicos.
Uno de los instrumentos más avanzados en investigación cósmica es el interferómetro láser utilizado en el Observatorio de onda gravitacional. Este instrumento de alta precisión se utiliza para detectar y medir ondas gravitacionales que se presentan cuando ocurren eventos cósmicos como fusiones de estrellas de neutrones y agujeros negros.
El interferómetro láser utiliza dos haces de luz láser que se reflejan en espejos de alta calidad ubicados en los extremos de dos brazos perpendiculares de 4 km de longitud de un túnel subterráneo. Los haces se combinan en un detector que mide la luz interferida y produce un patrón de interferencia. Si alguna perturbación en el espacio-tiempo está presente, los brazos de interferencia se elongan o se acortan y el patrón de interferencia cambia. De esta forma, el interferómetro láser es capaz de detectar la presencia de ondas gravitacionales.
El objetivo del interferómetro láser en el Observatorio de onda gravitacional es detectar las ondas gravitacionales generadas por los eventos más violentos del universo y medir la intensidad y frecuencia de dichas ondas. Con esta información, los científicos pueden comprender y estudiar mejor muchos fenómenos cósmicos como la formación de agujeros negros y galaxias, además de observar las propiedades del universo que aún no se han descubierto.
El experimento LIGO se dedica a la detección de ondas gravitatorias, que son las ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo causadas por eventos cósmicos violentos, como la colisión de dos agujeros negros.
La tecnología esencial en el experimento LIGO es una detección de interferometría láser de alta precisión que mide las perturbaciones en la trayectoria de los rayos láser que viajan en brazos perpendiculares de dos largos tubos al vacío que se extienden a través de ángulos rectos.
El experimento LIGO está diseñado para detectar las ondas gravitatorias que se separen modos con una longitud de onda en el rango de 10 metros a 10 kilómetros.
Cada detector cuenta con un haz láser de excelente calidad que es dividido y enviado en diferentes direcciones a lo largo de un brazo de cuatro kilómetros de largo y enrevesado dentro de un edificio en forma de L. La luz es reflejada por medio de unos espejos que la devuelven al punto de partida, donde se combina con el otro haz. Si en algún momento el viaje de la luz se extiende o acorta, causará que los haces no estén completamente en fase cuando se unan de nuevo en el colector, lo que provocará un patrón característico de anillos de interferencia.
Gracias a los dispositivos altamente sensibles, los haces de luz viajan prácticamente sin ser afectados por cualquier perturbación externa. En cambio, las ondas gravitatorias que pasan a través del detector alteran la longitud de los brazos y cambiando la fase de su luz láser reflejada, lo que se capta en el interferómetro.